Por Charlie
Yo amor no le cuento intimidades a cualquiera, sin embargo tu te puedes sentar en mi rodillas y escuchar la siguiente historia:
"Había una vez una pobrecilla chica que no tenía que comer y se dedico a pedir en la calle y como su aspecto causaba lástima hacía surgir de los bolsillos unas monedas, descubrió sin embargo que cuando le sonría a los caballeros ellos más dinero le obsequiaban. sin embargo ya su abuelita le había insistido en que a los hombres hay que temer porque ellos codician el cuerpo de una mujer como anhelan comerse un trozo de carne y luego se escapan sin más y sin pagar... dicho sea que la chiquilla cayó en la disyuntiva de odiar a las ricas matronas portadoras de joyas e inclinarse por las dádivas de los galanes que tan decentes se prestaban, sin embargo alguno de ellos viendo a la chiquilla tan sola y desdichada la aparto a un rincón y le dijo que le iba a mostrar la felicidad..."
Tu amada mía ya estás desarrolladita para que sepas lo que pasó después. Esa al parecer es la lógica de la vida, y la cadena "alimenticia" del amor y del dolor.
No hay que fiarse de nadie.
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