Por Irene
Supongo el Profeta Gonzalo Arango vio en el Nadaísmo una filosofía en extremo existencialista y por lo demás depresiva, a tal punto de en su manifiesto prohibir el suicidio.
La esencia del Nadaísmo sin embargo es evocar la distensión y el disfrute de la vida sin la incidencia de factores externos y artificiales en el peor de los casos.
El singular contraste con el hippismo hacer que los seculares profetas que se acusan Nadaístas sean desprendidos, desinhibidos y particularmente unos desordenados fruto de una genialidad perversa y todo para que sus letras "huelan" a la alcantarilla de donde proceden.
Las mujeres de época comenzaron a vestir de negro y a desnudarse para los pintores y luego a practicar un amor libre, se diría que el paraíso estaba entre sus piernas y lo llevaban a cualquier lado.
Los hombres seducían a sus musas con su versos libres y espontáneos y una serenata de miradas.
Para el amor o la subversión era indispensable la clandestinidad, solo que frente al amor se podía terminar invocando a la procreación y frente a la subversión a ser inquilinos de alguna cárcel, en ambos casos esclavos y víctimas de un sistema natural y político injusto.
Hoy las decisiones se toman con los dados, o con un jueguito de piedra, papel o tijera, o con una moneda, ya no se piensa tanto ni se hace tanto. El Nadaísmo sigue siendo una filosofía auto-destructora y depresiva y fatal... el arte ha muerto, el amor ha muerto, y esperamos una resurrección pronta para no acabar en la nada donde debimos una vez quizá comenzar.
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