Por Carlos Alvárez
Sabes que soñábamos con la posibilidad de ser dueños de todo, de ser reyes entre reyes. Un día César y yo entre el calor del trópico y la brisa marítima alzamos la copa y brindamos por la realidad que parecía mentira, concertamos en que la vida es la misma mierda, y que no regresaríamos nunca a nuestro origen, nos perderíamos en los oscuros vicios, terminamos tirados en la playa sirviendo de sombra a los cangrejos, roídos por la sal del mar, y quemados por el sol, prometimos volver luego de aburrirnos mortalmente haciendo de la vida una agonía lenta, donde lo principal era saber que en casa quizá nos esperaba una mujer dispuesta a darnos el elixir mágico en los labios, ¡pero qué va!. Al saber que César partió primero siento que estoy más solo, mis amigos se van acabando y lo triste es que la agonía continua. Si tengo que reclamar es eso que cuando menos se piensa es uno el que esta por irse.
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