Por María Alejandra Erazo Vega (Malev)
Diálogo en medio de una boda:
Capellán: ¿Casarse o no casarse? esa es la cuestión.
Malev: Diría que solo se casan los estúpidos, el que no tiene más se acuesta con su mujer...
Capellán: Dios quiere que el compromiso mutuo surja y todo se legalice ante sus ojos...
Malev: Se legaliza el crimen, la mujer en su cocina y a sus hijos y el tipo a sus deberes dentro de los que está ser infiel, alcohólico y aburrido.
Capellán: Es el humano en general el que falla, teme al compromiso con Dios, a tener descendencia, a que la economía le absorba y pierda su independencia...
Malev: La religión todo lo armoniza pero lo fatal es tener que vivir en carne propia el vínculo: soportarse, atenerse a lo que el otro diga con razón o sin ella...
Capellán: Y lo hijos son testimonio del amor y que Dios quiere lo mejor...
Malev: En el único amor que creo es el que una como madre ofrece a sus hijos...
Capellán: Los hijos son de Dios mientras sean concebidos dentro del matrimonio...
Malev: ¿Y los concebidos fuera del matrimonio entonces de quién son?
Capellán: Son fruto del pecado...
Malev: Entonces yo y otros millones de millones que habitamos la tierra somos hijos del pecado...
Capellán: Tienen junto a sus padres orar bastante para volver a Dios...
Malev: La religión esta en Bancarrota con esos criterios, Dios es un ser bueno pero sus representantes en la tierra son unos idiotas...
La ceremonia termina con el consabido "lo que ha unido Dios, no lo separe nadie" y el beso; salgo de la iglesia con un sabor amargo pensando en que quizá aquel matrimonio nunca será feliz y que muy pronto seré notificada de una separación inminente, me guardo el arroz que traje para los días de hambruna que están muy próximos si sigo malgastando los pesos en regalos para matrimonios sin futuro.
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