Por XervanteX
El amor apoca a la dama y a la arma, algunas veces. Lo que sucede es que el mundo se constituye en un espectro de matices, tipo tono del arco iris, pero lo cierto es que el hecho de caer y golpearse duele, y entonces no es tanto la fantasía que creíamos cuando niños.
El evento en si de enamorarse yuxtapone una dependencia, es adentrarse a conocer a otra persona sin el conocimiento pleno de si mismo/a. Y entonces se convierte en toda una aventura en la que es importante jugar las mejores partidas y estar en la posibilidad de tirar la cuerda oportunamente del paracaídas si no se quiere llegar de inmediato al suelo.
Es inminente que nuestra mente siempre esta dispuesta a caer sea del cansancio, del hastío o en un intento de adelantar el fin, pero la realidad está más allá de todo propósito humano, es la mente la gestante de las responsabilidades, de tener un horario, de adquirir preocupaciones, de estar al pendiente y entonces no puede lograr un estado de tranquilidad y entonces se termina por cansar y bajar su atención y no tolerar ni aceptar las cosas como son.
Una arma es tan instantánea, tan veloz, tan perfecta en su estructura que inhabilita las posibilidades de salvación, esta hecha para hacer daño y se forjo en una mente que sabía lo que quería provocar, su forma es tan ajustada a lo humano que esta dispuesta a herir, a traicionar, a activarse en menos de un segundo, está para lo que fue creada y su éxito es conceder el deseo a su amo.
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