Por MALEV
César atendía una tienda de ropa allá en Ibagué, desde el principio tuve la sensación que era un ser reprimido capaz de espiarme en el probador de ropa, por eso a pesar que le hice bajar todo el mostrador no compre nada, pero luego me invadió una terrible culpa, creyendo no era tarde aún regresé a la tienda de ropa, pero me hallé con la sorpresa que había ya una chica atendiendo, y cuando le pregunte por el señor que estaba hacía un momento me salio con la proclama que allí no había ningún señor y que ella había atendido toda la mañana. Se me hizo ver a César esta vez atendiendo un puesto de helados y creí el tipo era o un farsante o yo podía que estuviese soñando, me pellizque.
En Pereira me extravié y sin querer caminé por una gruta que desembocaba en una grada demasiada alta para mi y mis tacones, de repente se asoma una mano que me ofrece apoyo, era un joven, casi un niño, dijo llamarse Alexis mientras trataba de limpiarse la mano en su ropa, no quería que mi aroma quizá le pusiera en problemas.
Tanto a César como a Alexis los volví a ver como amigos en ciudades distintas, ambos chicos tenían esa dosis de enigma y pasado oscuro que los hacía interesantes, y más cuando ambos resultaron conocerse de andanzas pasadas, y entonces entiendes que quizá sea el destino que media para que todo se complemente.
Y ya estábamos hablando y bebiendo algún licor o fumando o viajando a un destino incierto solo con la excusa de soportar al mundo. Yo ya tenía un hijo pero era una libre pensadora y disponía de mi tiempo, no buscaba un padre para mi hijo, buscaba figurar en un mundo que me sindicaba de ser irresponsable. Al filo de un puente o del mismo peligro, César y Alexis a veces susurraban a mis espaldas y en verdad me molestaba eso, pero un día en que les reclame me estiraron sus cuadernos llenos de garabatos, si quería saber que era lo que comentaban tenía que leer sus diarios.
Fue entonces cuando desperté a la posibilidad que muy pocas mujeres, ya sea por tiempo o falta de interés tienen: leer. Y entendí de dónde provenía todo el atractivo de esos dos seres, César venía de la calle y ella había sido su maestra y su guía por su parte Alexis tenía un hogar pero se debatía entre un tipo de existencialismo egoísta y el deseo de ser un vagabundo orbital.
Alexis fue el primero en partir tomando la decisión más fatal y egoísta, se lanzó de un puente y se convirtió en un ángel, quizá motivado por la idea que siempre tuvo en mente "vivir es difícil", a César lo alcanzó la violencia lejos de su patria y ahora solo nos queda de ambos seres sus letras. A mi se me sindica de ser feminista pero frente a Alexis y César no pude cambiar sus ideas, ambos seres sufrieron por el exceso o la carencia de amor, ambos sintieron a su manera el ser queridos o rechazados, ser abandonados o ser usados. Dios me libre de juzgarlos, y me de luces para entender lo que querían aunque para todo ya sea muy tarde.
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