Por Emilio Suárez
"... Yo pernocté sobre tu seno..."
Esto contaba el César:
Un día llamó a la puerta, cuando atendí al llamado vi a una chica pequeñita de la que apenas se podía adivinar era adulta, venía viajando desde muy lejos y dijo que un amigo común compartió con ella mi dirección y dijo que le podía albergar por una semana completa, me dijo su nombre pero lo olvide en seguida, así que viendo lo pequeña que era y mirando que tenía un bigotico fantasmagórico bajo su nariz le puse la "Chica Yorkie". Le indiqué dónde se podía acomodar y fue al baño y luego se tiro en la cama y como estaba se quedo dormida por los próximos dos días, tiempo en el cual yo solía asomarme para comprobar si respiraba.
Despertó con el hambre de un tigre, le ofrecí un queso y devoró la libra completa, más una docena de panes y medio tarro de miel, un litro de leche. Le traté como a una chiquilla sin embargo me reconvino en que no le menospreciara.
Paso una semana en que ella entraba y salía, iba y venía, se la notaba pensativa, a veces llegaba con bolsas de ropa que parecía probarse con la indecencia como si yo no estuviese allí, entonces yo tosía y hacía ruido pero ella no se alteraba, seguía paseándose desnuda viéndose en todos los espejos.
Por ella organicé un poco el sitio, instalé un televisor en la sala, y más espejos en su cuarto, cada mañana me preocupaba por conectar el calentador para que hubiera agua caliente y me cuidaba en el baño de levantar la tapa del sanitario y también de que hubiese papel y jabón.
Alguna vez hallé en la nevera un completo surtido de comestibles y sobre la mesa un plato caliente de una sopa exquisita. Solo que un día que le llevé flores, ella no estaba y no volvió a aparecer, dejo sus cosas olvidadas, sus pinzas para el cabello, su champú, su ropa.
Muchos años después me encontré a el amigo que le había contado de mi a la chica, le pregunté que era de ella luego de contarle que aún guardaba en mi casa sus cosas olvidadas, mi amigo me miro seriamente como si en serio no supiese lo que había ocurrido, me contó que la chica había ido a encontrarse con un ex novio para contarle que esperaba un hijo de él, pero el tipo era violento y al saber la noticia enfureció y acuso a la chica de haberle engañado y en un arranque de furia le apuñalo hasta matarla.
Consternado por la noticia volví a casa reuní sus cosas en una maletica y fui hasta un sitio descubierto y enterré la maleta y a modo de lápida en una tablita con mi navaja esgrimí una cruz y tracé el nombre que le había otorgado a la damita "Chica Yorkie", mientras elevaba una oración al cielo por si hay un Dios.
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