Por Alejandro
De Poetas malditos pasamos a ser los redentores de la nueva ola aunque seguíamos siendo geniales, locos y peligrosos, pero el sistema con sus tentáculos ya había llegado hasta donde nos encontrábamos y nos señalaba de ser pecaminosos seres.
Pero sabíamos desde antes que los más rezanderos son los más pecadores y convenimos educar a una nueva generación para que mediante el conocimiento acabara con la farsa elemental llamada civilización.
Solicitamos la contribución de las mujeres para que por favor desmitificarán el sexo. Esto es que no ocultarán tras el velo de la ignorancia cómo es que ocurre el acto sexual que posibilita la vida, así como tampoco solo usen sus atuendos más desinhibidos en las fiestas sino que se permitan el goce de besar a quien ellas deseen, que no se oculten para hacer y demostrar el amor, que todo sen lo más natural posible.
Hasta nuestro amigo César se subió al estrado clamando a la gente que legalizará el amor, que las parejas fuesen responsables acudiendo al goce sin culpa, que la iglesia bajase la bandera y su precaución con los métodos anticonceptivos, que las mujeres pudiesen tener los orgasmos que desearán y que la libertad prevaleciera.
Pero eso mismo no convenció a nadie y si denunció nuestro lema y por tanto el sistema mismo se encargo de atentar contra los líderes e intento acallar las voces. Fue por eso que nos tocó ocultarnos, ser anónimos, callar, pero eso fue bueno porque dictaminó nuestra alianza con la literatura y por tanto la fuerza volvió a nuestro lado.
Tuvimos que tramitar un largo camino, morir para resucitar, ser malos para conocer el bien.
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