Por Alejandro
Abrí el libro con la misma decencia que abro las piernas a una mujer, creo poder escribir de nuevo la Biblia. Comenzaré diciendo que Adán era un Gay y que la serpiente era buena y la que la indujo al mal fue Eva.
Escribo mi libro sobre damas y armas donde comparo una vagina con un cañón.
El César dice que las mujeres traen la vida y la muerte a este valle de lágrimas además inducen a la violencia.
Le damos la razón.
El amor es el campeonato del mundo donde todos compiten contra todos. Esas mujeres están repartiendo sin medir consecuencias. Una de ellas me da una paliza, su nombre es Alejandra alias la abuela.
¡Maldita perra!
Como ya lo dije nuestra peor condena es el conocimiento por eso sé que mi mamá pensó en algún momento en abortar y mi papá la apoyo. Ahora mi duda es sobre lo que hubiese convenido más, a mí y al mundo. Hoy mamá se arrepiente de lo uno y de lo otro (creo). Soy miserable y hago sufrir.
A los dieciséis iba a vengarme de papá por no darme su apellido desistí en el trayecto. Intentando suicidarme me salve.
Tengo que aprender a vivir, a esperar y a prepararme para la muerte, verdad de la que nadie de nuestros espías da razón.
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