Por Alejandro
Nuestro séquito tuvo que contratar a un Abogado, una Psicóloga y un Padre desmovilizado de la religión.
La mentalidad milagrea de esta América que confía en que las cosas sucederán en el milagro y no en el esfuerzo dio pie al surgimiento de falsos profetas que vinieron a vender la comunión y la promesa.
Se aprovecharon al punto de extorsionar, de violar de profanar los sagrados ritos y las divinas palabras de los verdaderos Profetas.
La gente sentencio nuestra soledad como síntoma de una enfermedad. Pero nosotros solo nos retirábamos era a meditar.
Fuimos catalogados como lobos, seres dispersos y peligrosos, contrabandistas de una nueva proclama llamada desde el confín de los tiempo como la nada. El sistema estaba presionando nuestro vientres sino con bombas y ondas explosivas con brujería de la más negra posible, pero si bien a veces nos tomaba la debilidad solo mirábamos al cielo para saber si iba a llover o no. No confiamos en nadie, dudamos de todo, hicimos la hoguera elemental donde tiramos los libros que escribimos y luego nos tiramos nosotros mismos, tenemos heridas pero sanaremos,
Ya alguien decía que buscamos inteligencia en otros universos porque al parecer no la encontramos en nuestro propio planeta.