Por Alexis Mendoza
Mi amigo César aparece, ha resucitado, pero necesita sentirse vivo.Por eso nos vamos al estanco, que es un lugar donde sirven bebidas chicas en ropa ajustada y muy escasa, incitando a la devoción por la bebida y de paso la artimaña del sexo y luego y luego... Nos emborrachamos al punto de ver a cualquier mujer y creer que es linda y eso es mucho decir, el alcohol tiene esos efectos. Peor para César que comienza a danzar sin saber ni oír decir que en el lugar no hay pista de baile y que la música que ponen es de despecho. Todo es devoción hasta que mi amigo el incauto César que se cree que por tener nombre de emperador puedo con lo que sea le asesta un beso húmedo y genial a una chica cuyo novio para no pasar de imbécil se llena de valor y arruga los puños. Estoy contento porque una vez afuera comprendí dos cosas a saber: (uno) que a las mujeres les encanta ver que se pelean por ellas (dos) que las mujeres buscan "marranos" que ni les saben defender su honor. Vamos caminando los tres César, la novia arrebatada y yo más ebrios por los golpes que por el alcohol sintiendo que la vida es una bobada inventada por un genio.
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