Por Charlie
evocando estos recuerdos muy lúcidos ahora recuerdo que el Emperador César me muestra un papel, pensé se trataba de una carta de amor o lo más grave un examen médico de grado positivo, ninguno de los anteriores, era un trozo de papel que invocaba a quién tuviera mente a leer n-a-d-a-í-s-m-o. Supongo vino a bordo de un rayo de luz como Prot, pero este era un ser distinto, alguien al que quizá le fue dado un cuerpo que no era compatible con su espíritu, un tipo que no era listo, era más bien un ente, alguien que en el fondo sabes que sabe alguna verdad pero no nos la dice. Lo llamamos Tapita por su apellido insigne, pero él se dijo ser el XeranteX loco del Quijote; en seguida nuestras noches tuvieron ese picante pleno que te hace hablar y hablar y en lugar de ya esperar al amanecer esperábamos el final de la obra que leíamos, y entonces tanto tiempo cobro sentido. Conocimos el Kamazutra ilustrado, el Corán, La Biblia y miles de acertijos en plena evolución y nuestros dedos se encalambraron de tanto jugar ajedrez. Aprendimos a escribir y a leer como nunca no lo enseñaron en las escuelas, pudimos revivir a los autores suicidas por sus obras, y además comenzamos a pasar por debajo de las puertas nuestros textos más osados que invitaban a la insurrección del todo y la adhesión a la nada, solo así vimos que nuestra presencia y trasnocho tendría algún sentido.
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