lunes, 13 de noviembre de 2017

COGITO ERGO MOON

Por Charlie

Lo primero que hice fue donar todas las botellas a los hippies para que hagan sus bombas molotov o las utilicen de floreros. 

Me volví a enamorar y me casé.

Conseguí un trabajo y me propuse salir adelante acumulando años y dinero.

Sin embargo entre pecho y cuello todavía había un nudo, algo que estimaba pendiente de hacer y a todas horas me daba vueltas en la cabeza.

Diría que una voz celestial bajo de la tarima y vino cerca a mi a susurrarme que todo era perfecto, pero que el arte dramático se trata de ello, de experimentar el drama y estar listo para lo que pueda ocurrir.

Abdiqué de cuanto concepto tenía, me puse a aullar a la luna y a silbar al sol, me convertí en un ídolo insensato que no tenía por qué explicar por qué hacia las cosas, profundicé en mi y llené las botellas de agua en lugar de licor e incité a la duda.

Creo ya conté como conocí a César, al Cabo a el Tapita, a Aleja, espíritus errantes en medio de la duna de posibilidades, creo no me arrepiento de nada salvo haber perdido tanto tiempo vertiendo el contenido de una botella en una copa ¡por nada!  




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