Por César Vélez
Gonzalo Arango no le halló ni pies ni cabeza al mundo, ni a la existencia, se iba a inmolar pero entonces tomando por materia prima esa angustia que a veces tienen los solitarios intelectuales creo el Nadaísmo, cosa que le salvó la vida y nos salvó de seguir un destino parecido. Fue por allá en 1997 cuando tuve el encuentro en el extranjero con esta filosofía de vida, mi fatalidad fue que yo siendo paisano del Profeta jamás había escuchado de él, sin embargo uno de sus seguidores fieles que andaba regando la semilla me puso en el curso de esta gran aventura. Hasta hace poco me atreví a extraer las máximas que para mí hacen que esta doctrina sea tan genial, loca y peligrosa:
"Nada es de nadie"
"El amor es el motor que mueve al mundo, lo que lo paraliza es el petróleo"
"Desde el punto de vista de la lucha, no llegar también es el cumplimiento de un destino"
"Todo es mío, en el sentido de que nada me pertenece"
"Lo único que siempre dejo para mañana es mi muerte"
"El miedo a la muerte es Dios"
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