Por Emilio Suárez
Mientras convencemos a los Agentes de que no hemos bebido pero si hemos trasnochado mucho nos vamos por la senda de la perdición deseando hayan muchos precipicios en nuestro camino... el Charlie enarbola su frase cíclica "para gozar hay que sufrir". Una lolita perversa nos envía un beso volado pensando en que así no nos va a dejar dormir, el César le pide decentemente que le muestre un pezón, la chica se ofusca. No tenemos nada en contra de la vagancia pero hay que tener estilo hasta para no hacer nada. Se elevan los cohetes y la pólvora explota lejos, los novios aprovechan para besarse y así calentar la noche. El César desenfunda su arma y apuntando arriba suelta una bala dispuesta a perderse en el infinito cielo, esperamos a ver si la bala nos mata. Como no sucede nada nos sometemos a la ola de gente y manoseamos a las lilitas sintiendo su virginidad por entre ropas, el César hasta con la boca roba y así lo demuestra cuando indica un arte entre los dientes en donde brillan gemas preciosas. Tenemos el suficiente dinero para no saber que hacer si contratar una puta, comprar una botella de ron y molerla a patadas o seguir comprando armas. Como la prédica del César es que en dónde hay mujeres hay problemas nos vamos a buscar chicas más fáciles y en eso estamos dos para cada cual, cuando irrumpe la autoridad dizque porque en medio de la pólvora alguien esta agujereando la campana del templo, el Charlie hace un brindis con agua antes de besar a su ninfa: "¡buena esa César!".
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