Por MALEV
Levanto el mentón y digo con holgura que mis hijos son el motor de mi vida, y les amo porque por mi causa vinieron al mundo... pero en realidad siento culpa... y quizá solidaria con la responsabilidad que adquirí al haberlos traído a un mundo no tan ideal para ellos hoy hago todo lo posible para hacer las cosas bien... Qué difícil resulta evadir esos conceptos con los que me educaron, y me procuraron unos dignos principios... pero gracias a que mi pensamiento fue tocado por una lógica elemental que hace que considere que educar a mis hijos me permitirá vencer cualquier adversidad presente o futura, el formarlos como personas procurará no solo para mí sino para el mundo un porvenir exitoso. He tenido que vencer el instinto materno, le he procurado disciplina, ejemplo y no les he puesto un velo, el mundo como está no es un lugar digno para ellos, es un paisaje violento, competitivo y funesto, pero ellos saben caerse y levantarse, enfermar y sanar, callar y hablar, saben poner en tela de juicio toda idea, distinguir el amor y el interés, el bien y el mal. Y doy gracias a la ola de maniáticos literatos que me supieron rodear y mostrar el mundo tal y como es, mis hijos así yo falte contarán con las herramientas para seguir su camino sin escatimar cuan tortuoso o difícil sea.
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