Por Los Indomables.
Aleja, Charlie, Tapita, César
1999 Playas del Océano Pacífico
Toda la noche bebimos y bailamos, gritamos con furia, no extrañamos nada, así nos sorprende el amanecer.
CHARLIE. - De seguro que si no tuviésemos una filosofía nos iríamos caminando hacia la profundidad del mar...
CÉSAR. - Si, a buscar una sirena que nos cante o a Poseidón...
ALEJA. - Nos rendimos muy pronto, quizá hasta somos desertores del sistema elemental...
TAPITA. - Eso de madrugar a trabajar no es para nosotros, pedimos el paraíso: el mar...
Una pareja de novios se anuda a besos, no les importa nada, ni nuestra presencia, ni que en el mar va subiendo la marea, se besan a viva baba, sin complejos, se quieren envolver el uno a la otra, explorar cada cavidad, cada sabor, integrarse en un solo ser que quizá sea el hijo que están a punto de concebir allí mismo, siendo nosotros testigos, es lo que hacen: se desnudan y hacen el amor, jadean, se limitan, solo les incomoda la arena (no nuestra presencia), se asaltan por los oscuros hoyos, segregan sus hormonas. Para todos parece pornografía en tercera dimensión. Nueve meses después verá la luz un nuevo ser.
TAPITA. - A mí de veras me da miedo que sea invisible, que nadie me tenga en cuenta...
CÉSAR. - Los morbosos si nos vieron, lo que querían era causar envidia, es la soberbia del sistema que dice que eso es rico y entonces hay que hacerlo...
CHARLIE. - Yo moría de ganas por entregarles un condón, pero viendo lo ebrios que estaban y que la chica al irse me guiño el ojo creo más tarde voy a buscarle para respaldar la dosis de placer...
ALEJA. - Ella es muy fiel a su novio, no creo que quiera acostarse con otro...
CESAR. - ¿Cuántos pesos vamos a que si?...
ALEJA. - Pago por ver...
Bendita sea la coincidencia, encontramos a los novios en el restaurante, César y Charlie se convierten en perros de presa y mientras el uno distrae al novio el otro se roba a la novia y se va de allí y le intimida con la violencia del placer y la satisface en el baño del restaurante apoyándole el trasero sobre la pared llena de hormigas y viendo como sus senos se maquean con las olas y a más no poder le inyecta el plasma blancuzco y la vuelve a preñar pero esta vez la incauta hace cara de querer más y vuelve a repetirse el acto más bélico hasta que el novio de repente descubre todo y estalla la guerra atómica que a todos nos quema los vellos púbicos por ser tan insensata y paranoica la escena.
TAPITA. - A estas mujeres ya no las hacen como antes...
ALEJA. - Además de infiel, bruta...
CHARLIE. - Creo que una hormiga me pico en el pene...
CÉSAR. - O fue que te mordió la puta...
ALEJA. - Ustedes están locos, como van a dañar a una relación tan bonita...
CÉSAR. - Es la venganza a tanta soberbia...
CHARLIE. - En el amor y en la guerra no hay nada escrito...
TAPITA. - Menos en el destino...
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