Por MALEV
Me han llegado 3 invitaciones para asistir a fiestas de grado, admisible eso del reconocimiento del nuevo graduado, pero el principal factor para tal invitación son los regalos. Estoy de buenas, en la librería de la esquina están rematando 3 libros por 50 mil. En la primera fiesta los jóvenes se adueñan del recinto, las parejas bailan y por encima se ve que hay ebrios por doquier. La mayoría de regalos están sobre una mesa, me pregunto si entre todo eso se justifica el gasto en la fiesta. El homenajeado no saluda, se dedica a velar por sus "amiguitas" que desfilan con vestiditos de poca tela, una docena de chiquillas entra con un solo regalo, el tipo les agradece y no parece importarle sino que todas las doncellas saboreen un beso en la mejilla y degusten el aroma de su loción. Mi impresión es que el baboso quizá no vaya a la universidad sino que embarace a alguna de estas "locas" y tenga que agachar la cabeza y trabajar. En eso me interceptan los papás del chico a los que si felicito por el gran intento de educar a ese tipo de seres "únicos". De una les pido permiso para irme ya que me faltan entregar dos regalos más. Huyo y la escena se repite en las dos fiestas siguientes. Camino a casa pienso en qué hacer con mis hijos, quizá lo mejor sea educarlos en otro país, porque acá lo que prima es la mala educación, nadie sabe para qué diablos sirve saber el teorema de Pitágoras, ni el uso práctico de la raíz cuadrada, pero vayan a preguntarles ¿cómo se traen los hijos al mundo? y los sabiondos dirán "con dolor".
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