Por MALEV
Mi abuela siempre nos congregaba en familia, así hubiesen peleas, así la convivencia no resultara placentera, siempre aceptábamos de buena gana su invitación. Una vez reunidos comenzábamos a hacer gala de las vivencias y alarde de una u otra verdad a medias que nos hacía ver más felices. Sin embargo la abuela hacía énfasis en que compartiéramos el momento, dando gracias tanto por lo que teníamos, como por lo que deseábamos. Cuando falto la abuela, al parecer la familia se desintegro, y hasta el día de hoy no hay evento que nos permita reunirnos. En el sepelio de la abuela, nos vimos por última vez y nos dijimos adiós. Tengo miedo de inculcar en mis hijos el sentimiento egoísta que tenemos todos en la familia, a veces les digo que lo que cuenta en la vida de un ser humano es tener a su familia cerca, pero quizá lo predico, pero no lo aplico, sé que he intentado entre amigos forjar una especie de familia, pero no es lo mismo, he procurado para mis hijos una figura paterna, pero ha sido difícil lidiar con gente ajena a el ambiente. ¿Será acaso que el espíritu de la familia fue sepultado para siempre?.
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