Por Kely
No me atrevía a abrir la boca, lo miraba sucio, arrugado, apenas si ajeno y de repente fue ganando su forma, de cabeza redonda, detonante, dando salticos se fue saliendo de su forro, y entonces tuve ganas de mancharlo de labial y sofocarlo entre dientes, gane con la lengua su membrana y sentí en mis papilas su división y le incite a levantarse, sabía a mí a veces y otras escupía su líquido preseminal muy espeso que me aventuraba a atrapar y a saborear, me lubricaba la boca y luego lo tragaba, era fabuloso sentir como cabe en la boca y al momento quiere imitar un movimiento de vaivén y luego quiere terminar. El cálido ambiente, tu sentir de poderío de controlar su avidez, y luego fantasear de nuevo poseer pleno y hacer del acto un infinito de poses que te permiten odiarlo al escupir o amarlo a besos y luego llevarlo a tu cueva y de nuevo sentirlo más apretado al límite de que si explota no lo sabrás sino cuando lo sientas ya salir rendido.
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