viernes, 11 de agosto de 2017

Las damas y las armas: el quehacer de las damas 3

Por XervanteX

Una dama que es mamá odiara las parejas que consigue su hijo o hija.

Sarcásticamente dirá: "En mi época esto del amor no era así"

Y el dilema es que la historia poco a poco se repetirá.

Es paradójico que el mundo sea redondo y todo dé vueltas, y lo que hoy admitimos mañana no lo aceptemos, contrariamente aquello a lo que renunciemos hoy lo tenemos que mañana aceptar. La escala de contrarios en modo lucha.

¿Cuándo entenderán los hombres cómo queremos las mujeres? Preguntaba la damisela arrepentida de su decisión.

Pero qué clase de humanidad se inventa eso de que unirse en matrimonio pueda ser favorable: Dos se quieren, dos se pueden odiar.

El amor es un ejercicio diario que requiere disciplina, quien no quiera perder que no se meta a jugar.

Pero las damas nunca admitirán que es un juego, rodearán al amor de seriedad, de pautas para tocar y ver, para decir las cosas con ternura, para llenar el protocolo de galanes y príncipes azules y demostrar ante otros que el amor vale, y es solo el sistema hablando de que dos unidos son más. Pero más consumistas y objeto del oprobio de los que van a la cima, que tienen hijos, autos, mascotas y sonríen como si de eso se tratara la felicidad.

Es por eso que las damas son objeto de la extorsión programada. 

Una dama embarazada le conviene al sistema.

Una dama solitaria, rebelde y encausada a pensar no le conviene a nadie.

Una dama se excluye del conglomerado, se atiene a sus hormonas y declara no querer hijos propios y si querer que los hijos ajenos no se dejen pervertir, porque a la postre sabe que esto no avanza y si lo hace es para mal.  








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