miércoles, 12 de julio de 2017

Las damas y las armas: objetores de conciencia 1

Por XervanteX

Acaso no has estado en una ciudad, en un paradero de autobuses y quisiste tomar una ruta que no sabías a dónde iba: te querías perder, confundir entre el todo ¿cierto?.

No era lo mío.

Intente evadir el servicio militar obligatorio así:

Uniéndome  a la Cruz Roja
Inventando una enfermedad fatal
Casándome y teniendo un hijo

Y en última instancia opondría mi filosofía elemental pacifista.

Pero en ese estado prefería golpear la pared y aceptar mi destino, si vivía tenía toda la vida por delante quizá podría estudiar o encontrar el empleo soñado. Luego pasaría por doquier de experiencias que ya otros seres han vivido, y a eso se le llama vivir.

Pero mi biografía carecería de un sentido elemental, no podría ser héroe, ni mejor, ni nada.

Fui a la Cruz Roja a ofrecerme de voluntario pero en ningún momento me vi portando un uniforme, y menos para lidiar con un conflicto en donde tienes que declararte como neutral, yo tenía mi furia reprimida, deseaba aprender a bailar, a conducir un vehículo, a tener suficiente dinero para no preocuparme por ningún futuro, pero por sobre todo quería tener ese goce que tenían los otros y sus mujeres.

Esto lo aclaro porque es fácil decir que uno promete hacer el bien y no mirar a quién, pero que difícil es llegado el momento.

Pido perdón a la Cruz roja por usar así su nombre, siempre he valorado el trabajo voluntario de estos hombres y mujeres. Pero yo soy un egoísta y egocentrista en potencia, y pesa a mi humildad estoy lleno de avaricia y envidia.





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