Por Alejandro
Con dieciséis años encima voy a conocer a mi papá verdadero, se abre el ascensor y en un cubículo esta un señor muy elegante de porte ocupado y semblante de ejecutivo de urbe, se parece a mí.
El pánico a los Bancos apareció cuando pensé que todos los funcionarios de aquellas "empresas" eran como mi papá verdadero, es decir: fríos.
Y entonces por miedo hacia fila donde no correspondía, la cajera me devolvía con desgano el cheque y se me complicaba la trama financiera, dudaba a cada rato, bajaba la cabeza y pensaba que ellos lo sabían todo.
Luego supuse por las altas ganancias los Bancos y Corporaciones Financieras no iban a comprara pan para vender pan, sino que prestaban plata e hipotecaban la vida de las personas.
Tampoco me fue mal compitiendo con ellos con un rustico fondo de empleados, pero mi alma noble y pura sufría cobrando interés y estirando la frente cuando el cliente no tenía con qué pagar.
Fui extorsionado por la culpa y me quedo la cicatriz. Mi papá verdadero dijo que no me daría su apellido aunque bien necesitaba en ese momento era una figura paterna que según mi guía espiritual me salvará de ser un bastardo y quizá más adelante un gay.
Con el sofisma de que un Profesional era poca cosa me entregué a la pasión de escribir. Y a mi papá verdadero solo le culpe de que hubiese sido un trabajador de Banco y por eso mi mamá basada en ese hecho eligiera por mi la carrera del futuro desempleado: Contaduría Publica.
Solo que a estas alturas no me cuadran ni mis propias cuentas.
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