Por Alexis Mendoza
Nota adrede: Alexis vivió en una sociedad educada para el machismo, la opinión de la mujer era poco o nada valorada, y si apenas tenia la posibilidad de tomar decisiones para sí misma.
Sabed, vecinas,
que mujeres y gallinas
todas ponemos,
unas cuernos y otras huevos.
Francisco De Quevedo (Sátiras Graciosas)
La primorosa se exhibió por todo el centro de la pista, ejecutaba una danza casi erótica, los demás estábamos pasmados, nuestras novias eran feas frente a tal aparición espectral, en su camino dejó el aroma adverso a dulce y muchos cometieron la imprudencia de voltear y más de uno fue castigado con un reclamo de su pareja. A esa fiera esa noche debiera domarla un macho. Era muy bella, si. Pero también debía ser muy tonta, porque para vestirse de esa manera hay que pretender demasiado, esa noche marcaba su sentencia. La pregunta era si ese debería ser yo. Escupo el licor anisado, el humo del cigarrillo se devuelve a mis narices. Mi novia de turno dice que va al baño, se demorará una eternidad allá. No la tolero. La veo contornearse, sonríe porque sabe que las miradas se desvían, las otras chicas la odian a muerte, más cuando con intención tira su pañuelo y al agacharse a recogerlo se abre el corte del vestido y deja ver un entre muslo curtido por miles de luces; la muy atrevida se ha bañado en escarcha. Mi novia vuelve y aconseja marcharnos, es lo correcto. Los demás hombres me ven rendido, casi que me tienen lástima por perderme el espectáculo, me subestiman. Voy dejó a mi novia en su casa y me devuelvo. Al volver hay una pelea encarnizada, una loca borracha se pelea por celos con el mundo entero. Pregunto por ella y dicen que se subió a un auto y se fue. ¡Es mentira!, una mujer es una mujer y basta!. Camino un poco y pienso en masturbarme con su imagen. Un auto se detiene adelante mío y una chica sale proyectada hacia afuera ¡malditos! alcanza a decir mientras el auto se pone en marcha; acudo a auxiliarla pero entre la oscuridad descubro su fragancia ¡es ella! le ayudo a incorporarse del todo, agarro su brazo sutil y delicado y me lanza una mirada lastimera, ella tiene el labial manchado en toda la cara, debería reírme si no adivinara desde luego lo que aquellos hombres del auto le obligaron a hacer: sexo oral. Pero no es tiempo de desperdiciar la carne así, le tomo la mano, ella protesta, las zapatillas le incomodan y descalza camina a mi lado hablando de lo bueno que paso antes en la fiesta, le devuelvo sonrisas y cumplidos... "las estúpidas mujeres deberían saber a qué se..." y freno en seco por haber dicho mal y en frente de ella... creo que el aire frío me está embriagando, pero que entiendo es el perfume de ella. La muy digna dice al fin "llegamos a mi casa" pero la tomó entre mis brazos y le susurro clemente e impaciente un ¡no escaparás!. Todo lo demás no lo voy a contar, no voy a quedar como un traidor. Mi novia al otro día me llama y me dice haberme soñado muerto, "¿y cómo a qué horas fue eso?" le indago y ella dice que "a las tres" y recordé que era la hora justa cuando yo estaba dentro de la otra y me estaba viniendo un chorro incontrolable seminal que hizo que la fiera blanqueara los ojitos y extrapolara un gemido que despertó a la mitad del barrio. Aún mi entre pierna esta húmeda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario