Por Yania Salazar
Desde anteayer día que se supo de la muerte de Robin Williams se han generado una serie de hipótesis y comentarios que tratan de identificar la causa de la muerte del Actor. La depresión apareció como una de las causas y en seguida muchos reclamaron sobre el cómo una persona que a leguas se veía que disfrutaba la vida era víctima de tan terrible enfermedad que al parecer le llevo al extremo de recurrir al suicidio.
En realidad la depresión ha cobrado muchas vidas, es una enfermedad silenciosa que no distingue género, ni nivel social o económico, suele aparecer como secuela de una situación critica como la muerte o abandono de un ser querido, el despido de un empleo, una mudanza, o un cambio dramático, así como también el abuso de licor y drogas contribuyen a debilitar la autoestima del individuo hay circunstancias físicas que contribuyen al surgimiento de la depresión: dietas y costumbres que debilitan a la persona.
La depresión como toda enfermedad se puede prevenir y es copioso el material que hay sobre este tema, pero el problema fundamental surge cuando en realidad toma fuerza y hay que lidiar con los verdaderos "conflictos", el más grave: la tendencia hacia el suicidio.
Pero ¿Cómo lograr que una persona no atente contra su vida sin recurrir a un medicamento fuerte o a una camisa de fuerza?. La cura contra la depresión no ha sido descubierta, y lo digo más porque los casos son distintos en cada persona y como hay éxito en las terapias suelen haber personas que recaen y necesitan terapias de impacto. La solución a la pregunta planteada es que se debe fortalecer la estima de la persona y esto se logra cumpliendo los siguientes tópicos:
#1. Rodearse de personas optimistas y exitosas: es una buena experiencia contemplar qué hacen estas personas para llevar sus vidas, cuál es el componente que les hace aproximarse al éxito y a tener un carácter atractivo, si es la vestimenta, si es su personalidad; identificar su esfuerzo y su persistencia. Aspirar a crear lazos de amistad antes que de romance.
#2. Lograr hábitos personales provechosos: ir a una celebración eucarística, dormir lo suficiente, cuidar su cuerpo (aseo), hacer ejercicio, alimentarse bien y leer, salir de compras, conversar, y siempre tener curiosidad sobre algo o alguien, proyectarse en su persona y en otras personas (ponerse en los zapatos de otro), ahorrar para un viaje, adoptar y cuidar una mascota.
#3. Ayudar a personas que tienen dificultades: para recibir hay que dar primero, y solo indagando en la vida de los demás se da cuenta de que en realidad se sufre por "bobadas", que hay "vasos de agua" más profundos y que vale la pena "servir" al prójimo, esas en últimas la misión que tenemos en esta tierra.
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