Por Charlie
Me encuentro por estos días al Tapita, me cuenta que esta en tratamiento odontologico porque esta a punto de perder un diente del frente "¿Qué harás?" le digo con preocupación, y él me contesta - Nada! aprovechar y seguir sonriendo antes que se me acabe de caer -
Quizá el César tenía razón "Sin dolor no hay vida" y ese dolor nos hace vulnerables pero también humanos, caso contrario fuésemos máquinas sin sentimiento y sin la maravilla de amar.
Yo caí en la desgracia: mi matrimonio naufragó, mi economía se fue a pique y mi forma de pasar la pena fue enrolarme en una comisión que iba hacia el sur a destapar unas fosas comunes, descubriendo de entre la tierra cadáveres, tomándoles huellas y fotos y entre el asco y la rabia descubrí que se es afortunado de tener vida y de conocer a gente que también esta viva y puede pensar y actuar diferente a uno. Pues que aburrido sería esto si todos fuésemos iguales.
Resurgí de entre las cenizas para ponerme al servicio de la educación, para hacer a mi manera lo que miraba los demás hacían: se casaban, tenían hijos y se dedicaban a pasar la vida.
Pero aquel dolor siempre iba como un yo-yo subiendo y bajando y mi corazón no resistió el trajín, tuve que ir a que me pusieran un marcapasos y a que me recordarán que la vida es un milagro y que a veces lo que vale la pena duele.
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