Por César Vélez & Xervantex
Aprendimos que perdíamos el tiempo siendo avaros, así que nos exigimos convencer a otros para que colaboraran con una causa altruista, fue así como llegamos a donde don Pacho, pero primero donde su Secretaria que siempre parecía modelo de pasarela siendo que en su contrato laboral bien especificaba "la minifalda de uso obligatorio". Así con la vergüenza de ensuciar la alfombra con nuestros zapatos rotos recibimos un cheque con muchos ceros. Tuvimos la intención de fugarnos con el dinero y no donarlo y pagar nuestros vicios del momento: cigarrillos y literatura. Y allí nos tienen haciendo fila en el Banco y sacando pecho y cuando la Cajera nos llama, aprovechamos para parecer millonarios. Y al pasar el cheque la chica levanta sus cejas mientras se nos atora una frase de bufones "pa' los dulces". Pero solo nos ganamos una sonrisa y una palmada en la espalda al saber que la cuenta de la cual se libro el cheque carecía de fondos... Y otra vez con la vergüenza intacta de ver a la fabulosa Secretaria de don Pacho y el cheque en la mano, con la noticia de que "El gran Señor" había salido de vacaciones y quizá regresaría el mes entrante. Nos reconfortamos con ir de vez en cuando a la oficina de don Pacho para pasar revista a minifalda de la Secretaria y ella tan decente nos permite un momento de su tiempo, y mientras nos vamos robando las monedas que tiene de vez en cuando en un cenicero y que dice ella "es para la caridad" y las tomamos porque ya no tenemos para los cigarrillos ni para la literatura, aunque hambre haya por todas partes.
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