Como soy generosa con los pobres hombres al Farmacéutico le fui mostrando la nalga completica y como al galeno entrenado clavo la aguja de forma tan delicada y magistral ni gemido,ni grito surtió. Solo que al acabar el muy estúpido recordando quizá como castigaba a sus amantes se le ocurre darme una cachetada en plena nalga como si yo ya ni sintiera por la anestesia aplicada pero que va y allí si grité, berrie y hasta lágrimas lance.
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