Por MaLeja
Aunque a nuestro modo traducimos la realidad nunca estaremos del todo cerca de ser comprendidos por los demás, cada quien es un universo en constante cambio y es evidente que nuestro álbum de recuerdos solo nos importe a nosotros.
Quiero agradecer en esta ocasión la dinámica impuesta por nuestro amigo Emilio Suárez y su forma de relatar los acontecimientos, gracias por camuflar de alguna forma esa irredenta violencia, ese ardid cuasi machista que se segrego en su época en una sociedad Colombiana en donde la mujer era el ser débil y que debía soportar el maltrato y el señalamiento de a traición ser un género complicado e inestable que tenía sobre sí la responsabilidad única de servir a consecuencia a traer descendencia al mundo y no tenía derecho ni a pensar ni a opinar.
Esa crudeza ofende pero hay que sacar a la luz también que las circunstancias han cambiado mucho y que ya no podemos señalar al pasado de ser el culpable.
Y esta literatura que se practica es reflexiva y es futura y tan revolucionaria como cualquiera.
Es grato para nosotros contar con el apoyo del Taller de arte literario y su séquito de colaboradores y es también agradable contar con textos preciosos que en los próximos días alimentarán este espacio y espero sean del gusto de todos ustedes.