Por Los InDomABles
A la memoria del Profeta de la oscuridad nueva hoy y siempre nacido Gonzalo Arango (1931 - 1976)
Una diminuta presencia nublada luego por una voz serena y magistral, que decía su réplica hacia lo acontecido, hacia lo que estaba mal, un hippie flaco (valga la redundancia), un tipo de aspecto detectivesco con sobretodo, bebiendo café o fumando o hablando o insistiendo que toda la vida esta por vivir. Hay testimonio de su poder, del poder de su manifiesto, del poema que determina el destino, de la pasión con que ese cuerpo se montaba en su máquina de escribir o en una mujer para el trazo más tierno pero a la vez más filoso.
Por ese gusto por la literatura porque hace vivir de nuevo, es el premio a esa dedicación y al don de tejer la vida, de incidir en el destino de los demás. A nosotros que no nos vengan con los cuentos de salvación, fue el Nadaísmo quien nos libro de la fatalidad de la normalidad, de hacer la tarea que los demás plantean, de cuadricular las cosas y a las personas, de poner a funcionar el cerebro con la intermitencia con la que se va al baño a pujar.
Aquí sabemos hay algo más que materia gris insoluta en la realidad. Hay nada y hay todo, hay presencia y consecuencia, hay la relatividad y hay la fragancia a verdad. Nacer también es darle la espalda a la muerte para volvérsela a encontrar luego. Es muy reconfortante saber que no ansiando nada lo tenemos todo y que aún volando el destino nos alcanzará, que la vida se viene y se va y que merecemos oportunidades nuevas sino para amar, para escribir los versos que alaben la belleza natural o la mujer que nos deja pensando qué habrá en el vacío entre sus senos y más abajo...
Que diminuto es el mundo, hay nada en todos lados, entre nuestros cuerpos, entre nuestros vacíos, entre las paredes, entre los barrotes, entre tanto complejo social, en la locura, en la risa, en el miedo, en tus ojos. Que bueno fue toparnos con el Nadaísmo estando tan cerca y siendo como peces que son los últimos en ver el agua, agradecemos a nuestro amigo el Tapita que nos insinúo la nada y el disfrute de este plano.
Gracias Gonzalo, Gonzalito, por tu intervención tenemos algo qué contar a nuestros nietos, y solo esperar que algún día sea el destino con su velocidad en forma de bólido, ataque cardíaco, o bala, o mejor un orgasmo espectacular quien nos aniquile, esperar entonces que nuestras letras se evaporen como agua y vengan a causar una erección o una contracción vaginal y entonces se produzca el milagro de resucitar otra vez.