Por Alejandro
El celibato le tiene loquitos a estos dogmáticos tratando de convencer a los ricos que al morir nada se llevan y que por lo tanto les dejen sus posesiones: su hijas púberes y sus ganancias.
Nosotros entramos de lleno diciendo que no hay tal cielo, ni tal infierno, que no hay nada y que vale la pena todo lo que se desee hacer de este lado cuenta.
El César andaba hablando mal del Clero y cuando una anciana que degusta una cena cae convulsionando, nadie parece preparado para la situación y entonces el César entrometido y compadecido por la escena se lanza al rescate de la mujer y luego de arrebatársela a San Pedro le felicitan todos. Ya en privado le consultamos sobre en dónde fue que aprendió a dar respiración boca a boca, a lo que contesto que él solo beso a la anciana.
Pero entonces el amor si existe o por lo menos sobrevive, fue ese hecho que inspiro al César para redactar su proclama sobre que uno nace es para proyectar amor (antes solo creían que se nace para morir) y entonces en plaza pública castigo el egoísmo de los seres frente al amor: las mujeres bellas reprimen su belleza y no la comparten, el acto sexual se esconde, el beso y el abrazo se ocultan y se ha creado entorno a el suceso del amor todo un rito fantástico y mágico heredad de las historias y cuentos de princesas.
Nosotros Poetas entonces comenzamos a hipnotizar sino con palabras con billetes de la más alta denominación ya que había que bien pagar con creces el derecho de posesión.
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