Por MALEV
Viene a la cita un chico alto, flaco y pálido, con un saco y un dejo de humildad que desespera a veces. Está sonriente pero calla siempre para pensar, sus ojos están hundidos en una tristeza como si supiera la verdad de la vida, del mundo o de nosotros, según César este muchacho tiene la capacidad de poner los apodos, motes o sobrenombres más precisos, ese parece es su poder, pero en realidad cuando es presentado se levanta de su asiento pasivamente y con una voz fracturada por los nervios comienza una retahíla ininteligible de filosofías que son ajenas, son de un tal profeta... No entendemos como el tiempo nos hará cómplices y cómo es que la literatura será el arma que usaremos en adelante... Al chico lo bautizamos como el Tapita en razón a su apellido, pero luego él mismo se consagra como el caballero de la mirada triste o de la triste figura, como sea se nombra "Cervantes" pero se digna a escribirlo como quiere "XervanteX"... Y solo entonces se desquita de nuestros reclamos con unos escritos que hasta a nosotros nos hace palidecer... A una orden de César incendiamos la Santa Barbara... Y comenzamos a escribir... es una forma de decirle al mundo que importamos... que aquí estamos.
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