lunes, 11 de mayo de 2015

Las mil y una noches despiertos: Le tememos al dolor no a la muerte

Por Charlie

En medio de las balas el libro se vuelve pesado, uno de los disparos ha impactado el libro, el milagro consiste en que si el libro hubiese sido menos grueso yo estaría muerto. 

El César nos dice que vayan de parte de él a cobrar "equis" cantidad de dinero, pero marchamos hacía una emboscada, allá no saben de qué hablamos, no conocen al tal César, ni saben de la plata, y se ponen furiosos al punto de atentar con los puños contra nuestra integridad. Al Tapita le agreden con una silla le hieren en la frente, a mí me quieren ensartar con un cuchillo de dudoso filo.

Sin plata, heridos de orgullo y de fisonomía partimos con la convicción de que decir la verdad en este mundo es una condena, las heridas nos arden. El dolor es inclemente, tenemos los dientes astillados y la boca con el sabor de la sangre, preferimos la muerte.

El César escucha nuestra historia con las mismas facciones que una madre escucha a su hijo cuando dice que en el colegio le pegaron, no parece que nos crea la historia, quizá cree más bien que cobramos la plata y nos auto flagelamos para encubrir el robo. César se va y a la media hora vuelve con el dinero ¡era muy fácil! es su prédica, y nos trae la noticia de que la gente de allá se había equivocado, que seguro pensaron que éramos unos "nadies".

Y todo esta bien hasta que el sonido estruendoso de las balas retumban.


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