Por MALEV
A nuestros hijos rara vez les hablamos y tratamos de educarlos sobre el hacer daño a los demás, quizá pasamos por alto esto, ya que lo encomendamos a la religión y a los principios de urbanidad. En eso pensé cuando al otro lado de la línea trono la voz de un chiquillo con la sagaz amenaza de que si no "colaboraba" se atentaría en contra de mi persona y los míos, aunada a la extorsión el chico quería poner presente que yo tenía seres queridos a los que él u otro(s) podría(n) hacer daño. En ese momento recordé que estábamos en la fiesta del día de la madre y que el tipo al otro lado de la línea quizá carecía de una madre y lo más seguro era que de padre. Acudiendo todo esto a mi mente la ira me domino pensando en que yo sería capaz de irme al extremo en defensa de mis seres queridos y lance el reto al delincuente de que intentará algo haber si salia bien librado, a lo que él con sabia moderación calibro al punto de dejar la amenaza a viva voz "usted dirá hasta donde quiere llegar" y colgó. Habiendo yo sido victima en más de una ocasión de hurto, me dolió esta vez tener que lidiar con la intranquila circunstancia de un intento de extorsión. Hasta hace unos días atrás tomé la decisión de irme del país, me cansé de lidiar con todo tipo de rufianes que le trasgreden por pensar y decir diferente de ellos, y han intentado por todos los medios frenar mi avance, así que tomaré otro rumbo y perpetrare desde cualquier sitio mi literatura para compartir con todos mi vida tranquila.
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