Por El Tapita
Homenaje al cumplirse 42 años de la desaparición del Profeta Gonzalo Arango.
Esto de la vida quizá no sea NADA. Un sueño que dormidos tenemos en un segundo, entre babas y lagañas.
Ya no sé qué leer, tampoco qué escribir, la realidad es tan obvia, como el fin que nos espera tarde o temprano.
Parece que hablar bien de los muertos es deporte nato y hablar con hipocresía de los vivos es costumbre adquirida.
Gonzalo Arango tuvo un perro, una máquina de escribir y un sobretodo, sin embargo se escampó en la NADA, para demostrarnos que la vida es esperanza pero a la vez también es suplicio porque hay que aprender a perderla.
Usted investigue, divague, dude, y alimente una opinión sobre esto y lo otro.
Un filósofo del otro lado del charco por Whatsaap me comenta que la pregunta más genial realizada por alguien de Colombia la dijo Marbel en su canción collar de perlas "¿A dónde irán los muertos?, ¿quién sabe a dónde irán?" Sigan mirando televisión y se olvidarán quién fue García Márquez.
Así las cosas, quizá se cumpla eso que decía el Maestro Fernando Vallejo sobre que la virtud es cualidad de los muertos, porque de todas maneras el vivo peca de incauto y se olvida por estar dedicado a las relaciones sociales y deja de vivir su tragedia individual, y entonces cuando agoniza todos le quieren, todos le añoran, todos le llevan flores y le desean un buen viaje.
Dejo allí para no seguir divagando. ¡Salud Profeta!