miércoles, 5 de julio de 2017

Las damas y las armas un prólogo fundamental

Por XervanteX

Claudico de la literatura de clase, soy machista hasta el límite de profanar el paraíso. Así que si a alguien debió expulsar el Gran Señor fue a Eva y a la Serpiente. Pero mentira, la serpiente Adán la tenía entre las piernas.

Esta obra es un ataque directo hacia la concepción inútil y hacia aquella violencia que logra equilibrar la carga.

Mi preocupación elemental de ¿para qué vinimos al mundo? quiere ser develada por intermedio de este texto.

Pido disculpas anticipadas por las ofensas y malas letras en tanto esta abstracción es heredada con la frialdad y grado de culpa con que fui lanzado al mundo, igual del mismo modo salimos, y perdiendo y todo.

Volveremos a cometer el acto en el paraíso y quizá salgamos desterrados hacia otra parte.

Es feliz saber que hay una nueva forma de ganar otra vez ese paraíso perdido: solo hace falta un arma.

Ya decía Camus que el único problema ontológico es el suicidio. 

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