viernes, 11 de julio de 2014

Toda la opresión es nuestra

Por César Vélez




Ese viernes como estábamos aburridos de lo mismo y oyendo a Charlie agasajar a su esposa con palabras tiernas como : "caramelito...ternura...osita..." y contarle de paso con exageración todo lo que habíamos hecho: "a César lo mordió un perro... y a mi me salió un barro en una nalga...etc." lo comenzamos a molestar por su firme creencia en el matrimonio y eso de la fidelidad. Le envenenamos la mente diciendo que a esas horas su esposa estaría hablando por el teléfono y encamada por un macho fuerte y formal y con dinero, que quizá fuese el vecino o su profe de baile (Charlie es tan incrédulo que le paga clases de baile a su mujer para que se vaya de fiesta con las amigas, y él ni siquiera sabe bailar). Pero claro todo era para acribillar el ocio y en verdad era fruto de la envidia que sentíamos de ver a alguien aterrizar, mientras nosotros cada vez nos elevábamos más como el humo de los cigarrillos que fumábamos. 

Parece ser bonito eso de enamorarse, de querer establecerse en una casa, tener una mascota, pensar en envejecer sin mayor preocupación y seguir el curso de la vida... ese no era sin embargo nuestro estilo... estábamos perdidos en los vicios, de la mano de mujeres perfumadas y nosotros oliendo a infierno... no sé, a todos nos llega la hora y allí no importa cuántas personas nos quieran o si tenemos dinero y cosas... Nuestro amigo Alexis se fue volando un día y aterrizó lejos... Charlie se casó y divorcio y volvió a casar y está pensando en divorciarse de nuevo... es la vida... ojalá la muerte no sea peor.     

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